Mitos y verdades sobre el SIBO

El Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado (SIBO por sus siglas en inglés) es un síndrome de reciente aparición diagnóstica para el que aún hay demasiados inventos que, no solo no ayudan al 35% de la población que se estima que podría sufrirlo, sino que pueden incluso empeorar sus síntomas.

Hoy explicaremos las falsas creencias que circulan por ahí sobre el SIBO y el síndrome del intestino irritable.

enfermedad autoinmune

MITOS DEL SIBO 

Mito 1: El SIBO y/o el síndrome del intestino irritable no es un problema real ni hay pruebas que demuestren su existencia. 

Sí que existen pruebas científicas al respecto. De hecho, a día de hoy existe tanta evidencia que las sociedades de gastroenterología de distintos países europeos han elaborado unas guías conjuntas para ayudar a los clínicos a diagnosticar y tratar el SIBO.

Mito 2: Las dietas restrictivas son seguras a largo plazo.

Esto es falso. La mayoría de pacientes con SIBO saben que si no comen se encuentran mejor.

Algunas personas eliminan muchos alimentos para aliviar sus síntomas. Algunos los retiran por su cuenta y otros siguiendo el consejo bien intencionado de médicos, nutricionistas, conocidos o redes sociales. Con frecuencia siguen durante meses o años una dieta en fructosa o FODMAP basada en una lista de alimentos «prohibidos» con pocas indicaciones acerca de cómo llevarla a la práctica.

La dieta baja en FODMAP es, hoy por hoy, la terapia nutricional más utilizada en SIBO, pero sin ayuda profesional es difícil garantizar un adecuado aporte de energía, vitaminas, minerales y fibra. Una vez finalizada la fase de FODMAP estricta hay que planificar su reintroducción, un paso fundamental cuya importancia a veces se pasa por alto.

La dieta FODMAP no es una panacea ni una solución deseable a largo plazo. Y es que las dietas basadas en un número limitado de alimentos se relacionan con una menor diversidad de la microbiota. Cuando retiramos los FODMAP no sólo quitamos el «alimento» a las bacterias que nos están causando los síntomas, sino también a las bacterias que contribuyen a la salud del ecosistema que es nuestra microbiota.

Por lo tanto, es importante consultar con un nutricionista-dietista antes de empezar una dieta estricta por su cuenta.

Mito 3: Si el médico me receta antidepresivos, ansiolíticos, analgésicos o me recomienda terapia psicológica significa que piensa que mi problema es psicológico o emocional. 

Esto es falso, y es uno de los mitos del SIBO más comunes.

Incluso en los casos en que el estrés desencadena claramente los síntomas del intestino irritable, hay que superar la idea de que el origen es mental como si eso significara que simplemente con la voluntad del paciente el problema fuera a desaparecer.

Sabemos que el estrés puede activar el colon y disminuir el complejo migratorio motor, que es algo así como el mecanismo de autolimpieza del intestino. Además, durante situaciones estresantes cambiamos nuestro comportamiento y ello también repercute en nuestra salud digestiva.

Cuando utilizamos antidepresivos o fármacos que tienen como diana el funcionamiento del sistema nervioso no siempre es porque el paciente tenga un componente de ansiedad o depresión. A veces se han utilizado específicamente porque sus efectos secundarios podían resultar útiles como tratamiento sintomático. Los antidepresivos tricíclicos por ejemplo producen sequedad mucosa y tienen como efecto secundario estreñimiento, por lo que se recomiendan en casos de diarrea.

La gestión emocional es fundamental, pero no sólo en pacientes con SII o SIBO.

Mito 4: Si tengo enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o enfermedad celíaca no puedo tener SIBO

Esto es falso.

Muchos pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celíaca y otras patologías digestivas tienen además sobrecrecimiento bacteriano.

Es posible tener dichas enfermedades correctamente controladas con sus correspondientes tratamientos y aún así experimentar síntomas digestivos que en verdad tienen como origen el sobrecrecimiento bacteriano. La buena noticia es que también responden a su tratamiento.

Pasa igual con otras enfermedades no digestivas. Hay pacientes con lupus, diabetes, esclerosis múltiple o cualquier enfermedad crónica que tienen además SIBO.

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